La carga espiritual que tiene la figura de la grulla la ha hecho famosa en todo Oriente. En Asia se cree que las aves son el vehículo del alma, y las grullas, al ser un ave de gran tamaño es vista como una predicción de felicidad y aquella que transporta el alma de los recién fallecidos hasta el paraíso.
La grulla japonesa es ave singular, una zancuda de cuello largo, pico agudo y alas largas y un plumaje blanco y negro que la destaca frente a otras aves. Sus gráciles movimientos elegantes, su agilidad y su capacidad de reacción frente al peligro, han sido fuente de inspiración en las artes marciales, la pintura, la literatura y la poesía.
Las grullas de papel
En Japón, desde hace cientos de años, la gente tiene la costumbre de dejar un SENBAZURU (una grulla de origami) como ofrenda en los templos budistas y sintoistas. Sin embargo, esta costumbre se hizo popular después de la Segunda Guerra Mundial, cuando EE.UU. lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima.
La bomba mató a miles de inocentes y afectó a otros tantos con los efectos de la radiación. Una de sus víctimas fue Sadako Sasaki, una niña que tenía apenas 2 años cuando cayó la bomba atómica, y que a los 9, enfermó de leucemia por culpa de la alta radiación a la que estuvo expuesta. Mientras estaba internada, escuchó la leyenda que decía que, si una persona logra hacer 1.000 grullas de papel en origami, conseguiría una larga vida o podría recuperarse de una grave enfermedad. Con la esperanza de que la leyenda fuese cierta, Sadako empezó a hacer grullas con todos los papeles que estuviesen a su alcance. Tristemente, sólo logró fabricar 644 grullas antes de morir.
Sadako se convirtió en un símbolo de la esperanza y tres años después de su muerte se levantó un monumento en el Parque de la Paz de Hiroshima de Sadako sosteniendo sobre su cabeza una gran grulla de origami. Cada año la gente deja miles de grullas de papel como un mensaje de paz y esperanza para el mundo.