Concretamente, en un beso participan 34 músculos de la cara, además de otros 134 de otras partes del cuerpo para adoptar una postura adecuada.
Además, el nervio facial lleva los impulsos obtenidos en nuestro rostro, labios y lengua hacia el cerebro. Una vez que se ha producido esto, una cascada de químicos se produce y libera -como respuesta- en todo nuestro cuerpo. Es por estos productos que nos sentimos como nos sentimos al besar. Podemos agradecer a la oxitocina por el vínculo que creamos con la otra persona, a la dopamina por el placer resultante, a la serotonina por los sentimientos felices y optimistas, y a la adrenalina por efectos más bien físicos como un aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria.
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